Desde siempre allí donde vaya busco el plano, la luz, el encuadre y el movimiento de la cámara. Incluso aunque en ese momento mi cámara no me acompañe… La gente me suele mirar extrañada al verme observar algo con tanta atención. A veces me preguntan por qué me paro de repente. Siempre les digo que es algo que no puedo evitar.
Esa pasión, que a veces roza la obsesión, me hizo hace ya más de 15 años tomar la decisión de convertirme en videógrafo de bodas. Me encanta capturar la secuencia de esos momentos únicos que se viven en las bodas. Una de las cosas más gratificantes es percibir cómo los novios se sienten cómodos conmigo en un día tan especial.
Creo que esto ocurre porque yo también me emociono y me siento cómplice de esos momentos. Me siento muy afortunado por trabajar en un entorno en el que las personas a mi alrededor están alegres y emocionadas, un entorno lleno de energía positiva, que se transmite y llega hasta mi cámara.